Lograr el equilibrio entre el trabajo y la crianza de los hijos puede ser difícil en el mejor de los casos. Pero si añadimos la pandemia mundial de COVID-19, que hizo que las escuelas cerraran y muchos tuvieran que convertirse en maestros a tiempo parcial, la situación se volvió mucho más complicada. Los colegas de Keller comparten sus experiencias de cómo se las ingeniaron con la crianza de los hijos en una pandemia.
Miguel Sánchez Guijarro
HSEQ Manager Iberia-Latam
Miguel vive en Madrid, España
"Vivo con mi esposa y mis tres hijos: Mercedes de 13 años, Miriam de 11 y Miguel de 7. Para nosotros, el confinamiento comenzó el 15 de marzo sin que nadie pudiera salir. Recientemente, a los adultos se les ha permitido salir a caminar durante el día, y los niños solo pueden salir entre el mediodía y las 7 de la tarde acompañados por uno de los padres. Incluso en ese caso, solo por una hora y no podemos alejarnos a más de 1 km de la casa.
Sigo visitando obras y el principal reto es estar en contacto con nuestra gente en la distancia. Dos o tres días a la semana voy a la oficina (se nos permite ir a trabajar si es necesario) y permanezco allí hasta las 3 de la tarde. Después regreso a mi casa y sigo trabajando hasta las 7 u 8 de la tarde.
Antes de la pandemia solía viajar mucho; ahora puedo pasar más tiempo con mi familia y ser parte de su rutina diaria. Hemos tratado de proteger a los niños de la situación en la medida de lo posible. Creemos que es lo mejor para protegerles cuando hay tanta información que proviene de fuera y que no es positiva para ellos. Cuando estoy en casa trato de ayudar a mis hijos con los estudios en casa, ¡pero soy terrible en eso!
Kevin Wikar
Gerente de Área, Keller Norteamérica
Kevin vive en Annapolis, Maryland
Vivo con mi esposa, Cornelia, y nuestros dos hijos, Gabriela de 17 años y Stefan de 14. Nuestro estado prácticamente ha estado confinado durante más de un mes, aunque recientemente las medidas han comenzado a flexibilizarse.
La construcción se considera esencial, así que he estado yendo a la oficina tres días a la semana y trabajando desde casa el resto de la semana. Los días en casa han sido un reto.
Mi esposa es ama de casa, una exprofesional en el sector ambiental y con una muy buena formación, por lo que ha tomado el mando de la educación de los niños. La escuela de mi hija estaba muy bien preparada para la actividad en internet por lo que tiende a aislarse. Stefan está en una escuela secundaria que no estaba muy preparada, así que en abril estaba pensando, “¡Oye, las vacaciones de verano comenzaron temprano!” Rápidamente pusimos fin a eso.
Se han sentido frustrados como todos los demás, pero los estamos apoyando. Mi hijo quiere salir con sus amigos y mi hija debería haber celebrado su baile de graduación recientemente. Ahora está empezando a pensar en la universidad. Estamos tratando de guiarla para que considere cuidadosamente qué asignaturas y qué carrera elegir, porque muchas industrias se verán perjudicadas durante mucho tiempo.
En Keller, seguimos viendo una alta demanda de proyectos de infraestructura públicos y privados, y ha sido muy difícil, dada la situación, satisfacer esa demanda. Recientemente comencé a viajar un poco más lejos. Estamos tomando todas las precauciones en estas visitas, pero obviamente es una preocupación. Pero como les digo a mis amigos cuando me preguntan por qué salgo a trabajar, “estos son proyectos esenciales que mantienen funcionando nuestra sociedad”.
Lea Cochrane
Marketing Manager, Keller Australia
Lea vive en Victoria
Vivo con mi pareja, Amos, y tengo tres hijos: Chelsea de 13 años, Cameron de 9 y Amelia de 5, quien está en su primer año de escuela primaria. ¡También tenemos tres perros para agregar al combo!
A los niños les encanta la vida en confinamiento. Para ellos, significa manualidades, juegos de mesa por las noches, paseos a pie o en bicicleta, cocinar, casitas de juegos y mucho tiempo de calidad en casa y alrededor de ella. Esto ha desarrollado su creatividad, pero extrañan a sus amigos y demás miembros de la familia. Somos una familia extendida, por lo tanto la mitad de la semana los niños no están y puedo adelantar trabajo.
Hemos pasado ocho semanas en casa desde que comenzó el confinamiento y ha sido una verdadera montaña rusa emocional. Amo a la gente y disfruto ir al trabajo para ver a mis colegas. He luchado contra la ansiedad, el estrés, la soledad y la pregunta general de qué puedo hacer para afrontar el día de hoy. Tampoco soy una persona hogareña por naturaleza. Antes de la COVID-19, nuestra vida social se desarrollaba principalmente al aire libre, llena de campamentos y aventuras.
El lado positivo es que he podido influir y ser testigo de los éxitos de mis hijos en su trabajo escolar y he contribuido a su aprendizaje, lo cual ha sido muy gratificante. Y trabajar desde casa tiene muchas ventajas, como no tener que viajar a la oficina o la escuela.
La educación en el hogar ha sido un reto. Hemos adaptado nuestra casa para que todos tengamos un lugar para sentarnos y trabajar, pero estamos en un área pequeña. Además de la organización que implica utilizar una variedad de materiales en línea de tres escuelas diferentes, mientras se intenta recordar quién tiene reuniones hoy, a qué hora y en qué plataforma.
Amelia está aprendiendo a leer y escribir, así que hay que ayudarle con sus tareas, y requiere mucha paciencia. Cameron recibe ayuda en un 50% y necesita un control de calidad, ya que había esperado librarse de algunas de sus responsabilidades y hacer solo lo mínimo requerido. Por suerte, Chelsea es prácticamente independiente. Ella ha sido una gran ayuda para mí y una inspiración para sus hermanos menores.
Afortunadamente, trabajo para una empresa increíble y comprensiva, con gente formidable, y han tenido solo consideraciones para con mi trabajo teniendo en cuenta que soy madre.
Jessica Church
Directora de Recursos Humanos, Keller Norteamérica
Jessica vive en Baltimore
Vivo con mi esposo Aaron y tenemos dos hijos: Brody que tiene 6 años y medio, y Landon que cumple 4 años el 31 de mayo. ¡Tendremos un cumpleaños en pandemia en casa!
Debido a la petición de quedarse en casa, solo podemos salir para hacer ejercicio y aquello que sea esencial. Algunos días son realmente buenos: mi esposo logra hacer su trabajo y los niños se portan relativamente bien. Otros días, es un desastre de lágrimas y lloriqueos: preguntan a diario cuándo podrán volver a la escuela y ver a sus amigos.
Mi esposo y yo trabajamos a tiempo completo, así que al comienzo de nuestra semana hablamos sobre nuestros horarios, y después día a día, cada uno de nosotros tiene la mitad del día para trabajar en casa sin interrupciones. La otra mitad que resta se sigue trabajando, atendiendo llamadas, correos electrónicos, etc., además de dar clases a los niños, darles innumerables comidas y llevarlos a la calle a jugar.
Aprendí algunas cosas, como que mi wifi llega hasta cuatro casas más adelante, de modo que puedo llevar mi portátil afuera, y mis hijos parecen gritar solo en el momento en que recibo una llamada. Y extraño enormemente trabajar en la oficina con mis colegas.
Antes de la COVID-19 solía decir que no me alcanzaban los minutos del día y que me estaba perdiendo de pasar tiempo con mis hijos. Sin embargo, a pesar de los retos, esta situación me ha dado tiempo para estar con ellos durante este corto período de su infancia. Eso es algo que nunca pensé que tendría como mamá trabajadora.
Rosalind Leong
Asistente Personal de la Dirección, Keller ASEAN
Rosalind vive en Singapur
Vivo con mi esposo y mis dos niños: Jayden de 11 años y Charlotte de 9. En Singapur, todos trabajan desde casa, excepto los trabajadores esenciales, y una persona de la familia puede salir a hacer las compras.
Como familia, nos ha ido bien durante el circuit breaker o "cortacircuitos": nuestras restricciones no se denominan en general confinamiento. Nos quedamos en casa y salimos a comprar víveres una vez a la semana. Los niños están ahora de vacaciones escolares después de casi un mes de aprendizaje en casa, lo que ha facilitado las cosas. Durante el período lectivo, todas las mañanas debíamos conectarnos al sistema de aprendizaje en internet, ayudar a los niños a organizar sus reuniones por vídeo, y después ayudarlos con sus preguntas, comprobarsus respuestas, enviar los trabajos, etc.
El principal reto han sido las interminables tareas domésticas. Con niños alrededor, la casa se vuelve desordenada, y estamos constantemente limpiando detrás de ellos. Además, Singapur tiene un clima muy caluroso y húmedo, lo que significa varios cambios de ropa al día, ¡y los lavados de ropa se acumulan! Los estoy entrenando para lavar los cacharros, ¡pero a menudo quedan sucios!
Equilibrar el trabajo y la crianza no ha sido tan malo. El lado positivo es que siento que pasamos más tiempo juntos. Cuando no puedo terminar mi trabajo durante el día, simplemente trabajo más tarde por la noche. El hecho de no tener que correr a casa después del trabajo para recogerlos implica más flexibilidad.